Las nuevas políticas medioambientales empujan a los fabricantes a sacar alternativas de movilidad distintas a los combustibles fósiles.
Curiosamente, los primeros vehículos fueron eléctricos a principios del siglo XX, pero con la producción de los coches en cadena y la bajada del precio del petróleo, la industria se decantó por los motores de combustión interna.
Allá por el año 1888 se construyó el primer vehículo eléctrico de cuatro ruedas destinado al transporte de personas con el nombre comercial de Elektrowagen, de Andreas Flocken, eso sí, a una velocidad punta de 15km/h.
La mejora del suministro de combustible, sus precios asequibles y el desarrollo masivo de motores de combustión aparcó los motores eléctricos y su desarrollo tecnológico, hasta hoy que la población y los gobiernos, demandan una movilidad sostenible, con una tecnología silenciosa y limpia.
Así pues, un vehículo eléctrico puro es aquel vehículo cuya movilidad se basa en un motor eléctrico, alimentado por baterías recargables, utilizando corriente alterna o continua, mucho menos contaminantes que los híbridos.
Mientras que el híbrido enchufable, es aquel que combina una motorización de combustión interna y otra eléctrica que se carga a través de la corriente de un enchufe que carga la batería eléctrica, normalmente el primero le ayuda a recargar y generalmente aumenta su autonomía y potencia.
En la actualidad Volvo dispone de vehículos híbridos eléctricos enchufables en la gama de los 90 y XC60, y próximamente el XC40 T5, para más información pincha aquí